miércoles, 26 de noviembre de 2014

Software y niños


Lo veo a diario y cada vez lo tengo más claro. Los niños son como el software: cuanto más esfuerzo y dedicación hayan invertido en ellos los programadores -papá y mamá-, mejor funcionará el programa –niño-.

Cuando tengas un programa/niño bien diseñado, puedes confiar en su apropiado rendimiento y despreocuparte un tanto del mantenimiento continuo, porque un trabajo bien hecho te garantiza autonomía y consecución de objetivos. Por supuesto, siempre será necesaria alguna actualización -no hay programa que no necesite una puesta al día- pero el trabajo más duro, ese código fuente que tienes que picar desde el primer año del bebé hasta los 5-6, ya estará hecho.

Enseguida te das cuenta de cuando un niño ha sido ”programado” de manera chapucera o se ha dedicado poco empeño a la tarea. Fallará más que Tarzán eligiendo un traje y necesitará un parche tras otro, pero ni aún así conseguirá enmendar su pobre rendimiento, más si el que coloca los remiendos es el mismo que diseñó desastrosamente el software.

lunes, 3 de diciembre de 2012

Supernanny



Algo ha cambiado en tu vida cuando estás en casa un viernes por la noche viendo Supernanny.

Algo muy profundo.


viernes, 14 de septiembre de 2012

Cosas que te pasan un viernes por la mañana en el Metro



Vas andando por un pasillo para hacer el transbordo de una línea a otra, delante de ti una chica joven (18-20 años) rebusca algo en su bolso, saca el móvil pero al mismo tiempo se le cae un billete arrugado de cinco euros, te agachas y lo recoges, te lo podrías quedar, nadie te ha visto cogerlo y aunque te vieran seguramente nadie te diría nada, sólo te mirarían con envidia porque te ha tocado a ti el premio, pero tú sabes lo angustioso que es andar por ahí sin dinero, y la rabia que da perder un billete, y además, te remordería la conciencia pensando en la chica cuando te gastaras los cinco euros, su billete, así que aceleras unos metros, llegas a su altura, llamas su atención con un toquecito en el brazo y le dices “Se te ha caído esto”, como si “esto” fuera un paquete de chicles o un calendario de esos que te dan en una tienda de marcos de fotos, pero a lo mejor es todo el dinero que la chica tiene para gastar hoy durante todo el día, y ella te mira tímidamente y dice “ay, gracias” y coge el billete y esta vez lo guarda a buen recaudo en su monedero.

Estás en el vagón de la línea 10 viajando en dirección norte, pasas Nuevos Ministerios, luego Lima, que ahora absurdamente llaman Santiago Bernabéu, la megafonía anuncia la siguiente parada: “Alonso Martínez”. La gente se queda perpleja, comentan el error con sus vecinos de asiento, una conversación intensa durante diez segundos y luego muerta, algunos miran y remiran por la ventanilla para asegurarse de que avanzan en la dirección correcta, que la siguiente estación que cruzará el tren es Cuzco y no Alonso Martínez como ha dicho la voz robotizada del altavoz, como si sus ojos y su sentido de la orientación (ni siquiera eso, su mecánica rutina diaria) pudieran fallar pero la tecnología no.

Y luego todavía me preguntarán que porqué no me saco el carnet de conducir.

jueves, 21 de junio de 2012

3 horas, 48 minutos


Badlands
No Surrender
We Take Care of Our Own
Wrecking Ball
Death to My Hometown
My City of Ruins
Spirit in the Night
Be True
Jack of All Trades
Youngstown
Murder Incorporated
She’s The One
Talk to Me
Spanish Eyes

Working on the Highway
Shackled and Drawn
Waitin’ On A Sunny Day
Apollo Medley (The Way You Do The Things You Do/634-5789)
The River
Because the Night
My Love Will Not Let You Down
The Rising
We Are Alive
Thunder Road

Rocky Ground
Born in the U.S.A.
Born to Run
Hungry Heart
Seven Nights to Rock
Dancing in the Dark
Tenth Avenue Freeze-Out
Twist & Shout 

martes, 22 de mayo de 2012

Series


He llegado tarde a las series (maldito Cuéntame, cuánto tiempo me hiciste malgastar!), pero ahí estoy.

(Paréntesis. Por supuesto, me estoy refiriendo a la avalancha de series que hay hoy en día, de unos años para acá, esas que dan algo de calidad y dignidad a la televisión, o que te salvan -al menos durante un rato- un martes aburrido y asqueroso… Que nadie olvide que soy de la generación que ha visto Luz de luna, Canción triste de Hill Street, Los ángeles de Charlie, La frontera azul, El equipo A, El gran héroe americano y tantas otras series míticas...)

(Otro paréntesis: tampoco es que sea un novato en esto de las series "contemporáneas". He visto capítulos de House, Mad men, Roma entera, 2 o 3 temporadas de The office (la americana, la inglesa no me hace gracia), la primera de los zombis hasta que me aburrió... Y sé que sobre todo no hay que ver esa bobada-inmensa-tomadura-de-pelo llamada Lost)

Sigo. Digo que ahí estoy con las series. Mientras tengo en barbecho Los Soprano -a la espera de retomar por la cuarta temporada-, aprovecho para ver la segunda de Downton Abbey. Magníficas las interpretaciones y la ambientación, pero ¿por qué en los dramas siempre sabes lo que va a pasar al final? Por eso creo que prefiero las comedias. Y aquí ese gran descubrimiento (para mí) que es The Big Bang Theory. Espectacular. Como dirían los alvys de Internet, “muy fan”. Segunda temporada en dos semanas, no está mal.

A todo esto, mi hija también ha descubierto una serie: Pippi Calzaslargas. Es capaz de ver cuatro episodios seguidos sin pestañear. Luego juega a ser Pippi, y su madre y yo somos Tomy y Anika. Ya me gustaría a mí jugar a ser Sheldon Cooper.

miércoles, 7 de diciembre de 2011

Gallitos


En la clase de tres años ya hay gallitos,

matones precoces que intimidan a los compañeros.

Natam, Jacobo, Pelayo, Bosco…

Niños que le sueltan a tu hija:

“Voy a coger una pistola y voy a romper tu cumpleaños”

una amenaza que se graba en su tierna cabecita y repite durante semanas,

en mitad de la cena,

o en el autobús de camino al cole:

“Me ha dicho Natam que va a coger una pistola y va a romper mi cumpleaños”

Me dicen que no hay que ser duro juzgando a esos niños,

porque en el fondo son víctimas de la inseguridad y el miedo de sus padres,

gente que en lugar de armonía y afecto fomenta la agresividad como forma de relacionarse.

Debe ser cierto, porque como sabemos,

los niños no son sino proyecciones de los padres.