miércoles, 17 de marzo de 2010
Tanatorio
La muerte de un familiar me hizo visitar hace poco el tanatorio de Tres Cantos, al norte de Madrid. Me llamó la atención su modernidad, su funcionalidad, su pulcritud..
Desde que entras en el edificio, donde te atienden unas eficaces empleadas en traje de chaqueta detrás de un gran mostrador, parece que estás en un centro de negocios o de convenciones. Todo es tan ordenado, espacioso, luminoso, aséptico, tan alejado de la sordidez de la muerte...
Incluso las mismas salas donde se reúnen familiares y conocidos. Los cubículos donde se instala el ataúd detrás de una gran vidriera están apartados del espacio principal, como si no quisieran recordar a nadie que allí reposa un cadáver.
Más detalles esmerados: folletos que explican cómo encarar la muerte de un familiar, con precisas aclaraciones sobre la diferencia entre angustia (inevitable al principio) y dolor (el que se queda para siempre). Vitrinas que exponen todo tipo de urnas crematorias, algunas diseñadas para adornar el salón de casa en una mezcla de gusto macabro-kistch. Hasta un panfleto haciendo publicidad de un cementerio para mascotas.
¿Tanto miedo le tenemos a encarar la muerte, que hasta en el sitio donde se despide a los muertos parece que hay que maquillarla?
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